Doctorante:
Piñate Fátima
LA AUTONOMÍA DEL
SUJETO INVESTIGADOR EN EL
MUNDO ACTUAL
“Todo hombre, por
naturaleza, apetece saber”
Aristóteles
En esta
concepción, el sujeto investigador como ente activo se vuelve consciente de la
interdimensionalidad, de la presencia de lo contradictorio, reconoce lo
inconcluso del pensamiento, lo inacabado y negocia con la incertidumbre. Ve a
la naturaleza como una red dinámica que incluye al ser humano como componente
integral. Se plantea una nueva visión ontológica, y todas las cosas se ven como
interdependientes e inseparables. Le emerge la conciencia de la unidad e
interrelación mutua de todas las partes y acontecimientos. Por tal razón si
reflexionamos sobre las vivencias en la cotidianeidad, nos damos cuenta de que
cuando estamos enamorados de algo o de alguien nuestra disposición cambia,
nuestra imaginación brilla, si no somos atletas nos volvemos atletas, sino
somos retóricos nos volvemos retóricos, si somos simple nos volvemos complejos
y todo por esa fuerza, energía que nos impulsa, a profundizar, explorar,
indagar lo querido, lo deseado, llevándonos a experiencias cumbres, a la
concentración, a la absorción en ese algo lo suficientemente atractivo e
interesante que requiere completamente nuestra atención.
Por ello, el sujeto investigador ha de esforzarse para crear
una atmósfera apropiada e irse desconectando de las pautas y configuraciones
que prevalecen en su mente: de los conceptos, principios, valores y leyes que
le impiden adentrarse en la cosmovisión de la complejidad e iniciar el camino
con atrevimiento, a despecho de las burlas, no solamente exteriores, sino
también, las peores, las interiores, que nos reclaman el retorno al viejo
paradigma donde hemos sido formados planteándonos la duda de si estamos
haciendo ciencia o pseudociencia. Todo este proceso reflexivo lo ayuda a
“deconstruir” las viejas concepciones que lo han hecho perderse en el mundo, un
mundo discriminatorio, formulador de juicios y evaluaciones; desde la niñez nos
han inculcado la idea de lo bueno y lo malo, la idea del bien y del mal; toda
clase de deberías y no deberías. Por lo cual, el mundo reduccionista necesita
de personas autómatas y desde niños nos adiestran para ello; de esta manera nos
perdemos cada vez más en un lenguaje de palabras y pensamientos mediatizados
impidiéndonos encontrar el camino de una conciencia no discriminatoria. Por lo
tanto, reflexionar sobre todos estos aspectos ayuda al sujeto investigador a
comprender mejor la realidad como un conjunto de relaciones e interrelaciones;
e irse dando cuenta que la ciencia no posee cimientos firmes ni fundamentos.
Desde otras perspectivas, como investigadores hay que reducir
la conciencia al asunto entre manos, hay que ser auténticos, sentirse libres en
la búsqueda del conocimiento, libres en la influencia de los demás; esto
significa despojarnos del mounstro del miedo, renunciar a los esfuerzos por
impresionar, complacer o ganar aprobación. En este proceso donde estamos
absortos, debemos estar conscientes de que no hay público ante quien actuar,
entonces dejemos de ser actores, dediquémonos al problema o a la situación de
estudio libremente con una sola meta la verdad, y así abriremos la válvula de
la imaginación, la intuición y la creatividad sobre una racionalidad más que
lineal, configuracional.
Finalmente, el sujeto investigador experimenta un verdadero
cambio de conciencia, adquiere una conciencia ecológica, una actitud dialógica
de no control ni dominio; esto le permite comprender, construir conocimiento,
transformar la realidad y ser transformado por ella. Es el estar siempre
abiertos a todas las posibilidades con una postura no violenta. Morín (2002) lo
confirma cuando señala:
“Ecologizar nuestro pensamiento de la vida, del hombre, de la
sociedad, del espíritu, nos hace repudiar para siempre jamás todo concepto
cerrado, toda definición autosuficiente, toda cosa “en sí”, toda causalidad
unidimensional, toda determinación univoca, toda reducción achatante, toda
simplificación de principio”. (p. 144).
BIBLIOGRAFÌA
- Capra, F. (1992). El
punto crucial. Ciencia, sociedad y cultura naciente. Buenos Aires: Troquel
- Hock, D. (1999). El
nacimiento de la era caòrdica .Buenos Aires: Granica.
- Marturana, H. (1999).
Transformación en la convivencia. Santiago de Chile: Dolmen Ediciones.
- Morin, E (1999).
Introducción al pensamiento Complejo. Barcelona: Gedisa
- Morin, E (2002). El
Método. La Vida de la Vida. Madrid: Cátedra
- Morin, E (1999). Tierra
Patria. Barcelona: Kairòs
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